Si has viajado en alguna ocasión a Galicia, ¿ya has tenido el placer de visitar un furancho? Si este término no te suena no puedes perder ocasión de tener una experiencia en estos lugares inolvidables de la geografía galaica dónde se dan cita la hospitalidad de la gente, exquisita comida, buen vino y la naturaleza.
Los furanchos son casas particulares, con una estancia -en muchas ocasiones, un garaje o bodega- especialmente habilitada a modo de comedor para que los visitantes puedan degustar el vino propio de la finca, acompañándolo con platos y viandas típicos de la región, entre los que destacan la tortilla con huevos caseros, la empanada, carne ó caldeiro, zorza, chorizo o un surtido de quesos.
Te brindamos diversos motivos para acudir a uno de estos clásicos rincones.
1. Beberás un inolvidable vino de elaboración propia en la misma bodega, con todo el encanto y la magia del momento que supone. Esta bebida es la especialidad de los furanchos, ideal para disfrutar junto a tu familia o tus amigos.
2. La calidad de la comida casera siempre es subrayada por todos los comensales que visitan un furancho para degustar una copiosa comida o una cena exquisita al abrigo del entorno rural. Así, podrás probar algunos de los productos y platos gallegos más ricos, por un precio económico y en un marco hogareño, mucho más cálido y familiar que un restaurante.
3. La naturaleza que rodea los furanchos es espectacular -la mayor parte de este tipo de lugares se encuentra en la zona de las Rías Baixas-, por lo que podrás pasear para admirar los tesoros naturales, sacar fotografías y vivir en primera persona el magnetismo de sus parajes.
4. Tendrás ocasión de conocer a los dueños del furancho, conversar con ellos, tener una maravillosa experiencia y llevarte un recuerdo memorable, no únicamente gastronómico, de tu visita a tierras gallegas. Es un equivalente a irse de tapas de modo más barato, y con un toque más familiar, salpicado por bebida y comida de calidad.